El niño pequeño absorbe el mundo principalmente a través de sus sentidos y responden con el modo más activo del conocer por medio de la imitación. La imitación es la capacidad de identificarse con el medio ambiente inmediato a través de la actividad de la propia voluntad.

Estas influencias son absorbidas por el órgano físico, aún maleable y afectan al cuerpo para toda la vida. Los adultos encargados (padres de familia y maestros) de los niños pequeños tienen la responsabilidad de crear un ambiente digno de imitación del niño y este ambiente debe ofrecer oportunidades para una imitación significativa y un juego creativo.

Esto apoya al niño en la actividad central de sus primeros años. El desarrollo del cuerpo físico, el alejar las energías del niño de esta tarea fundamental al cumplir con demandas intelectuales, prematuras, le restan al niño, salud y vitalidad que necesitará en su vida más adelante. Finalmente eso debilita los mismos poderes o facultades de juicio y de inteligencia práctica que el maestro quiere fomentar.

En los grados preescolares, los niños juegan a cocinar, se disfrazan, se convierten en diferentes personajes, cantan pintan y colorear mediante cantos y poemas. Aprenden a disfrutar el lenguaje, aprenden a jugar juntos; escuchan historias cuentos con títeres hornean pan, modelan con cera de abeja, construyen con troncos, cajas y telas. El involucrarse por completo en tales actividades es la mejor preparación de los niño o la niña para la vida. Da fundamentos a los poderes de concentración al interés y el amor por el aprendizaje para toda la vida.

Brindar un espacio de sano desarrollo para los niños y niñas que cursan su primer septenio; permitiendo a los niños que desarrollen sus facultades físicas, emocionales y sociales, todo esto en un ambiente de profundo respeto, con el campo como su jardín y la naturaleza como su aula